Destacar en un mundo donde todo es igual. Ese es el mantra de Alexa Francia detrás de cada producto de su marca, Alexa Crochet. Este negocio dedicado a crear piezas a mano con la técnica del crochet se ha convertido en una marca reconocida a nivel nacional gracias a sus bikinis reversibles.
Alexa nos cuenta que inició esta aventura haciendo tops tejidos para ella, sus hermanas y sus amigas. En ese entonces, no sabía ni la mitad de lo que sabe ahora. No conocía cómo tomar las medidas, hacer los patrones o reconocer qué telas podía utilizar. A fines de 2016 la amiga de una de sus hermanas le pidió un bikini y le hizo una propuesta: si le gustaba el resultado, le encargaría 15 más para su grupo de amigas.
Resultó que le encantó y tuvo su primer gran pedido. A raíz de ello, su círculo cercano le sugirió empezar su propio negocio. Aprendió a usar máquinas de coser, probó tallas y creó moldes con ayuda de sus hermanas. Poco tiempo después le llegó otro gran pedido: 30 bikinis para un grupo de chicas que se irían de viaje de promoción. “En ese momento dije: bueno esto funciona. Creé mi página en Facebook y comencé a publicar. Todo el contenido que subí fueron pedidos que hice”, explica.
A fines del 2018 decidió apostar por su emprendimiento. Renunció a su trabajo y se dedicó al 100% a Alexa Crochet. Han pasado 3 años y su marca sigue creciendo. Actualmente tiene 3 puntos de venta, Instagram que es su canal más grande, un espacio en una tienda del C.C. El Polo (Surco, Lima) y un showroom en su departamento, donde acuden las chicas con citas previamente coordinadas.
Si bien ofrece una variedad de productos como lanyards, fundas de laptops, cotton pads, diademas, bufandas y canastas, los bikinis reversibles son los más solicitados. Antes de la pandemia, comenta que vendía 1 bikini al día como mínimo y, en temporadas altas como el verano, creaba de 8 a 10 piezas a la semana. Durante el invierno, contrario a lo que podríamos pensar, también tenía ventas. Jóvenes de todo el Perú la contactaban para hacerle grandes pedidos y eso compensaba los días bajos.
Un momento para innovar
El 2020 fue un año lleno de cambios para Alexa. En febrero se independizó y adaptó su taller para el showroom. Un mes después todos los negocios cerraron y comenzó la incertidumbre. Sin embargo, ella considera que la pandemia le dio tiempo para pensar en cosas nuevas, para reinventarse.
Su primera creación en esa etapa fueron las mascarillas y fue un boom. Posteriormente, lanzó las mantas nórdicas, aprovechando que era invierno y por el teletrabajo o educación online las personas pasaban todo el día en sus casas. A ello le acompañaron los puffs, mochilas y un nuevo servicio, los talleres virtuales de crochet.
“Mi idea siempre fue sacar nuevas cosas a crochet, pero por temas de tiempo no podía. La pandemia me dio la oportunidad. Expandí mi público que hasta ese momento eras personas de 13 a 23 años a adultos de 25 a 35 años”, sostiene.
Una grata experiencia
Alexa recuerda con mucha nostalgia y cariño su participación en la Feria de Navidad del Jockey. Era 2019 y su primera vez exponiéndose abiertamente al público. Describe el evento como un “monstruo”. Solo duraba 10 días y al tercero más de la mitad de su mercadería se había vendido.
“Ya no quería hablar con la gente que venía a comprar porque mi stand se iba a quedar vacío. Fue una locura. Terminé con 5 bikinis en la mano, los cuales vendí antes de Navidad y arranqué el verano siguiente con full pedidos”, relata.
Le parece increíble pensar que antes sus tejidos eran un hobbie, un extra, y ahora vive de ello.
Hoy en día recibe tantos pedidos cada semana que se enfocará en seguir haciendo lo que sabe y, en sus tiempos libres, buscará materializar algunas ideas que tiene en la cabeza. A futuro quiere buscar contactos fuera del país y llegar a un público extranjero. Para ella, Alexa Crochet no es un trabajo, sino una pasión. Algo que hace con amor y arte.
